Ahí estaba él, recostado y estirado cuan largo era. Al chaval no le faltaba detalle, sus piercings, el pelo recortado a los lados y encrestado por arriba, los pendientes, la psp, auriculares. Un móvil de última generación con pantalla táctil que toqueteaba nerviosamente, ropa de marca de rollo casual, pantalones por debajo de las caderas enseñando sus calzones...
Ahí estaba ese hijo del consumismo, por no llamarlo hijoputa, con su cara de asco, su indolencia...
Es muy trágico que unos padres no te carguen la tarjeta del móvil
un drama
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