Hace tiempo entré a trabajar en un estudio, eran tiempos de bonanza y de respeto por la creatividad y la gráfica. El proceso de preimpresión era desconocido por la masa.
En mi estudio los diseñadores tenían una habitación bastante grande, éramos 3, uno de ellos, era el dueño junto a su mujer del negocio, teníamos ordenadoresy periféricos, algo precarios, pero trabajábamos con ilusión. El cliente nos respetaba y las presentaciones se hacían con gran ceremonia...
En el estudio trabajábamos 3 chicos y 3 chicas (ellas encargadas de la parte administrativa, comercial, y colaborando en la realización de textos y la creatividad).
Luego vino el cambio... meternos en una oficina diáfana, el divorcio de los jefes, el movimiento de la comercial para ponerse como socia, la supervisión cada vez más castradora de nuestro trabajo... entraron más personas y salieron otras tantas... Llegamos a ser 6 diseñadores y yo me encargaba de ese departamento.
Pero se iba configurando el sistema, había 3 mujeres inamovibles, la jefa, la comercial trepa y una secretaria amiga de la jefa, y el resto eramos accesorios...
Luego vinieron las puñaladas traperas, el coaccionarnos para bajarnos el sueldo y con ese dinero empezar a despedir a compañeros, los malos gestos, presiones...
ahora sólo tienen 2 diseñadores, 2 currantes, el resto son aquellas simpáticas chicas que quedaban a cenar con los clientes y tomaban cócteles en los eventos... entre retoques estéticos, restaurantes japoneses y lonchitas de perico.
No negaré que hubo momentos buenos... siempre relacionados con mis compañeros de fatigas, guerra de pelotas anti-stress, quedarnos los viernes a jugar al quake en red medio chufados, bromas y tonterías varias...
jueves, 29 de octubre de 2009
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