Despues de ese mail, vinieron muchos otros. Al principio de manera tímida e intermitente, despues de un modo habitual, como quien está suscrito a un periódico y todos los días lo encuentra al abrir la puerta de su casa.
Yo le enseñé muchas más fotos, y ella no dejaba de mostrarse fascinada por lo que hacía. Esto no servía en modo alguno para sentirme más reconfortado, al contrario, me sentía como un pequeño farsante, un crío jugando a ser artista, a sorprender y a emocionar, pero era la única forma que encontré de seducirla.
Luego vinieron fotos más personales. El intercambio de información: padres, amigos, estudios, vivencias, ex-parejas...
Ella era una estudiante de historia, y creo que destacada, su nombre completo era Yahiro Miyaki. Iba a preparar el doctorado al finalizar el curso. Nació en Nagasaki, hace 25 años. La segunda ciudad que sufrió el terror de la bomba de hidrógeno, más destructiva aún que la de Hiroshima. Aquel 9 de agosto de 1945. Los cielos encapotados de varios objetivos, convirtieron a Nagasaki en un infierno, con un primer balance de 70.000 victimas mortales. Balance, una fría y absurda palabra para tamaña aberración humana.
En ningún momento me hizo un comentario despectivo sobre la barbarie y la cobardía de aquel ataque indiscriminado, nunca dejó constancia de rencor alguno hacia los Estados Unidos... aún sabiendo que las secuelas de aquel acto seguían, a día de hoy, llenando los hospitales de malformaciones, leucemias y un sinfin de patologías.
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