jueves, 1 de octubre de 2009
yahiro 2
y allí estaba, apoyada entre un muro almenado y un cañón decimonónico, su cuerpo apuntando hacia la panorámica de la ciudad y la vista clavada en una vieja moleskine donde escribía con soltura. Me pareció tan fuera de todo y al mismo tiempo tan dentro. No pude resistirme, me puse a su espalda y le hice varias fotos mientras simulaba algún interés en ese estúpido cañón. Llevaba un gracioso recogido y los hombros descubiertos, y eso fue lo primero que encuadré en el visor de la reflex.
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sí, claro que debes continuar...
ResponderEliminar;)
a ver que sale de esto... tengo curiosidad... jejeje
ResponderEliminaresa imagen quisiera verla
ResponderEliminary el relato más aún, promete!